Haciendo sonar la campanilla de la puerta, entraba Margot acompañada de Coraline y Danna a un café nuevo en la ciudad, hacía frío y apetecía algo que les calentara las entrañas.
Ocuparon un rincón mullido del establecimiento, con vista a la calle mojada, bajo un cielo gris de Diciembre.
—Buenas tardes, señoritas. Mi nombre es Finn y les atenderé ésta tarde—
—Hola Finn, queremos tres Caramel Macchiato y pastelillos, por favor—Se apresuró a decir Margot, sonriendo de manera pícara con sus labios rojos, muy rojos.
A Finn, por supuesto los colores se le subieron al rostro, pues Margot no era nada fea, al contrario, tenía un aire travieso y encantador, sin dejar de ser inocente.
Comieron y rieron, mientras Margot miraba son una disimulada insinuación al jóven camarero, que cuando estaban a punto de terminar, les llevó la cuenta.
—¿Algo más?—No, yo no, ¿tú?—preguntó sonriente Margot, provocando de nuevo que los colores se le subieran al rostro.
Al pagar, Margot dejó un post-it con su número en la charola, y Finn al verlo sonrió, cuando ésta le guiñó un ojo antes de abandonar el local.
Margot seguía siendo la sensación, siempre sin frenos, Margot.