abril 28, 2011

Recién llegada

Bajé del tren.
La Ciudad Luz, que apenas despertaba, se alzaba sobre mí, como si me fuese a comer.
Una llovizna matinal empezaba a caer sobre París y sus habitantes, entre los que ahora se contaba una madrileña más.
La lluvia me empapaba el paragüas y el corazón de recuerdos de mi país y de mi gente.
Me inhundaba las botas la lluvia y los ojos el llanto al recordar a quién dejé al partir.
Pero había llegado hasta aquí persiguiendo un sueño y no iba a regresar sin él.

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